Sunday, January 3, 2010

EN MI CIRCUNSTANCIA




El príncipe Guillermo de Gales, hijo de Carlos y Diana, durmió debajo del puente Blackfriars de Londres el pasado 15 de Diciembre de 2009. Con la experiencia de pasar la noche en la intemperie, el segundo en la línea sucesoria del trono de su abuela Isabel II quizo crear consciencia sobre las vicisitudes de los que no tienen techo, muchos de los cuales son personas con problemas mentales o jóvenes drogadictos. Desde la muerte de Diana, es Guillermo quien preside el organismo de caridad, Centrepoint, que trabaja para ayudar a la gente joven sin hogar. En mi circunstancia, este gesto del popular príncipe es relevante; lo leo en el ejemplar del “Toronto Star” que tengo en mis manos y tomo un café justo al frente de Nathan Phillips Square, viendo patinar en hielo.
“Como se siente vivir en un país que tiene un, o una, monarca?”, pregunto yo. A mi primera victima este tema le interesa muy poco. Me dice que las autoridades que impactan su vida diaria son el primer ministro federal, el primer ministro de la provincia donde vive -Ontario- y el alcalde de su ciudad. Mi segundo entrevistado si se declaró monárquico, de pura sepa. No tuvo reparo en admitir que, en la escuela, y a diario, cantó el himno de la reina y repitió God Save the Queen. Mientras crecía, en su casa, debía aprender a comportarse como un príncipe, para emular a Carlos.
A mis dos victimas los separa su proceso de educación, o socialización. Mientras, el segundo fue educado en Canadá, desde que fue alumbrado, el primero llegó a Canadá cuando era adolescente, y seguramente, fue poco el tiempo que tuvo para ser socializado como un súbdito, por eso piensa como mentalidad republicana. Según las cifras de CBC, el segundo forma parte del treinta porciento de los canadienses satisfechos con la monarquía, mientras el primero, piensa como el otro setenta porciento de los canadienses, para quienes la monarquía inglesa esta muy lejos por lo que pueden prescindir de ella, siendo Carlos, y hasta Guillermo, el nuevo rey. (1)
El tema de la monarquía divide a estos dos canadienses. Hay otro tema en el que tienen acuerdo. A mi pregunta “Es Canadá un país socialista?”, ambos dijeron si, en forma contundente. Sin dudar. Pero, cada uno le dio contenido de manera diferente a su respuesta.
Para el primero, Canadá es socialista porque su gobierno se preocupa por la gente, por su bienestar, por su salud, su educación y su cultura. Siente regocijo porque su gobierno quiere que eliminar toda discriminación y fomentar la tolerancia, excepto con el alcohol. En Ontario, hay una ley de CERO tolerancia al alcohol. Policías en las alcabalas móviles detienen a los conductores a toda hora, y sin aviso, para preguntarles si han ingerido alcohol; y es mejor que digan la verdad, porque si el aliento delata a los conductores, estos serán sometidos a una prueba, de la que dependerá si pierden la licencia de conducir para siempre o se las devuelven luego de un tiempo.
Mi primera victima destaca que todos los canadienses tienen acceso tratamientos médicos gratuitos, en hospitales limpios, con medicamentos necesarios y la tecnología del momento. También enfatiza que la educación básica es gratuita y la universitaria muy económica. Me cuenta que el estado regula los medios, para que incluyan contenidos “educativos” en su programación, pero al mismo tiempo estimula la libertad de prensa. Esa idea ha sido reforzada por la Corte Suprema canadiense, quien sentenció que los periodistas no serán sancionados por publicar información inexacta, si prueban que intentaron verificar los datos que publicaron. Mi fuente me explica que los canadienses siguen el ejemplo de Suecia, Noruega y Finlandia; para nada miran a su vecino individualista de Norte América, y, mucho menos, las versiones autoritarias de socialismo, o comunismo, caribeñas.
Para mi segundo entrevistado, lo más característico del socialismo canadiense es la fuerza que tienen los sindicatos junto con los contratos colectivos conquistados por los trabajadores. Mi segunda victima me explica que la maravilla del sistema de salud público se paga con impuestos muy altos, tanto a las empresas como a los ciudadanos. Canadá es productor de petróleo, es el primer abastecedor de los Estados Unidos, pero los canadienses pagan la gasolina un treinta porciento mas cara que en su país vecino. Una caja con 20 cigarrillos cuesta $ 10 canadienses y por una botella de whisky escoses, de un litro, hay que pagar $ 70 canadienses. La importación y venta de licores es un monopolio estatal. No hay licorerías privadas.
Mi entrevistado me recalca que los altos impuestos a la renta no desestimulan a los productores. Empresas con mercados globales tienen sus operaciones en Canadá. Por ejemplo, Research in Motion (RIM) productora mundial de los teléfonos Blackberry tiene su planta en Waterloo, Ontario ; los chocolates Ferrero Rocher y la Nutela son producidos también en suelo canadiense, al igual que los modelos de Ford Edge y Flex; y los Camaro, Terrain, Impala y las Silverado de GM. Mi segunda victima me aclara que ese socialismo canadiense necesita al capital privado; no compite con el, ni lo destruye, le cobra impuestos.
En mi circunstancia , no encontré preguntas más apropiadas que hacer a mis dos victimas canadienses. Con lo que me dijeron medio entendí el socialismo canadiense; Socialismo, o modelo mixto?

Jesús Luis
Athens, Ohio
03/01/2009

Pd: Soy un ciudadano, republicano, temeroso de que en su país se modifique la constitución, para imponer una autoridad única, con poder casi monárquico, reverencial, al estilo de dictadura caribeña, todo a cuenta de una revolución social. Esa es mi real circunstancia.

(1)“After Isabel II” CBC Documentary. Transmitido 01/01/2010. http://www.cbc.ca/documentaries/

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